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Zulia| Profesor universitario: “Cuando tengo hambre y no hay comida, trato de dormirme”

Maracaibo, 15 de septiembre de 2021. Iván, nombre ficticio usado a petición del entrevistado, impartió clases durante 30 años en una escuela de la Universidad del Zulia (LUZ). En 2018 decidió jubilarse porque el desgaste físico superó su rendimiento. Ya para la fecha, su carro estaba dañado, comenzó a perder peso por la poca alimentación y porque debía caminar 7 kilómetros desde su casa hasta la universidad, según la Comisión para los Derechos Humanos del estado Zulia (Cohdez) este miércoles.

El profesor se come el arroz blanco sin ánimos, sin gusto, con indignación, pero agradecido porque, aunque poco, hay algo en su mesa. A veces me obstina comer arepa sola en el desayuno, en el almuerzo y en la cena. Hay veces que sólo le echamos sal por arriba para que tenga un saborcito, dice sentado en el mueble de la sala de su casa, el único patrimonio que le queda de su trabajo universitario.

Iván tiene 61 años, mide 1,70 metros y pesa 45 kilos, nueve kilos menos de lo mínimo requerido por su estatura, según el informe nutricional que le hicieron en la Escuela de Nutrición de LUZ. Nunca fue un hombre obeso, en parte porque era maratonista, un deporte que dejó de entrenar en 2017 cuando su dieta se empobreció. Es importante destacar que el material es el tercero de cinco trabajos periodísticos que comprenden los Rostros de la Emergencia, un seriado promovido con Codhez con la finalidad de visibilizar realidades ante la crisis económica existente en Venezuela.

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Iván guarda sus fotografías para recordar cuando su vida era distinta (Foto: Codhez)

A Iván se le pueden contar las costillas por su delgadez. En sus brazos y piernas se le nota la pérdida de masa muscular, y en su cara la piel le forra sus huesos. “Yo me veo en el espejo y me siento como esos hombres famélicos de África. No recuerdo nunca en mi vida que haya pesado 45 kilos, tendría que ser cuando estaba en tercero o cuarto grado”.

Así de flaco se encuentra el profesor universitario (Foto: Codhez)

Un doctorado, siete libros publicados y 30 años como profesor universitario no le sirven a Iván para llenar la nevera de su casa desde 2017, cuando la devaluación y la hiperinflación pulverizaron los salarios de los trabajadores en Venezuela. Para diciembre de 2016 pesaba 61 kilos, comía cinco veces al día y su dieta era rica en vegetales, hortalizas, frutas y proteínas.

Un par de meses después empezó a perder kilos y a disminuir tallas en la medida en la que su alimentación dejó de ser balanceada reduciéndose en cantidad y calidad. Las compras en el supermercado eran menos frecuentes y comenzó a cambiar el pescado, la carne de res, el pollo, las frutas, verduras y hortalizas por arroz, pasta, harina de maíz, pan y yuca. “Ahora nos alimentamos con carbohidratos principalmente”.

Corresponsalía del estado Zulia

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