Caracas, 20 de junio de 2022
“Errar es de humanos, rectificar de sabios, persistir en el error, estúpido” Adagio popular
El oficialismo ha instrumentado un sádico y minucioso trabajo de orfebrería social al servicio de su totalitarismo. Exploremos algunos elementos para comprender el daño infringido sistemáticamente contra el pueblo venezolano. Lo primero es aceptar que sería ingenuo pensar que todo cuanto nos pasa sea producto del azar, y no el resultado de un elaborado plan del gobierno para dominar al pueblo por el hambre, la ignorancia, y el chantaje político. Luego, es necesario hacer las preguntas correctas, hurgando en las respuestas, como tesis probables, para enriquecer el debate y sugerir posibles soluciones a la tragedia que padecemos.
Los trabajadores perdimos los derechos civiles logrados en más de 100 años de luchas sindicales. Ya nadie tiene contrato colectivo como referente laboral en ninguna empresa, sea esta pública o privada; entre otras cosas, porque se perdió el valor de nuestro signo monetario. Peor aún, el trabajador perdió la posibilidad de organización independiente, y solo puede articular en nombre y a favor del patrón, que es el Estado, el PSUV. Si te sales de esas coordenadas te persiguen, vas preso, y los demás órganos de justicia y poder público te caen encima como perros de presa. Esos grilletes acabaron con el salario, la estabilidad laboral, la capacidad de ahorro, las prestaciones sociales, los beneficios en salud, vivienda, seguridad social y calidad de vida. Acabó con los sindicatos y sus filiales. Asesino a la escuela de ciudadanos libres que representa la libertad de organizarse en un sindicato.
Las universidades perdieron su presupuesto y su autonomía; ya no son la cantera de profesionales y líderes, son el lamento de profesores que no le alcanza el sueldo para comprar un par de zapatos. Las alcaldías y gobernaciones fueron colonizadas por el centralismo; ya nadie habla de situados o recursos provenientes del IVA con el extinto FIDES o el plus administrativo derivado de la actividad petrominera, conocida entonces como “ley de asignaciones especiales, LAE.
A la dirección política les confiscaron y judicializaron sus partidos. A los parlamentarios le anularon la Asamblea Nacional, a los ciudadanos le criminalizaron sus protestas y les judicializaron sus reclamos.
Todo eso se lo llevó Chávez, producto de una reingeneria morbosa y fetichista del poder al servicio del caudillo como “benefactor del pueblo”.
Lo importante en este momento es: ¿qué hacer para reponer los derechos ciudadanos confiscados?.
Un elemento a considerar es que tengamos una visión holística del problema. Por ello la respuesta debe ser integral. Guarda estrecha relación con el cambio de modelo, pero primero salir de todo el aparato burocrático y político, hoy en manos del PSUV y su socialismo trasnochado. Blindar las fuerzas sociales para que estas puedan hacer sinergia y empatía con los temas que afectan a la gente. Con esa acción se comienza a construir una ruta democrática capaz de acumular los votos necesarios para expulsar al régimen. Esa misma fuerza tiene que resguardar los resultados electorales. Posterior a ello, debe defender esa victoria en la calle. No conforme con esa complicada tarea, debe entonces comprometerse con darle gobernabilidad al país. Y necesariamente tiene que ser tan audaz que haga de las conquistas sociales derechos irreversibles capaces de garantizar el bienestar individual y colectivo.
Tenemos mucho por hacer, el tiempo conspira contra los venezolanos en la misma proporción en la que camina la angustia, la desesperanza, la resignación, el desconcierto, la inercia, el pensamiento mágico y la exclusión ciudadana. El régimen goza del mayor desprecio público jamás registrado en nuestra historia republicana, pero a su vez mantiene y concentra todo el poder, como nunca había ocurrido. Aún en el mejor escenario en el que podamos desalojarlos democráticamente del poder, está transnacional del crimen tiene en su haber el monopolio de las armas, tanto en las FAN, como las del pranato delincuencial y, los grupos terroristas colombianos de las FARC y el ELN operando en nuestro territorio como zona franca. Añádanle los ingentes recursos provenientes de la opacidad, la corrupción, los minerales en conflictos y el narcotráfico.
En la plataforma ciudadana Guayana libre hemos concluido que la democracia, mientras más adjetivos y etiquetas le anexemos, menos democracia es. Vemos las primarias como un instrumento para coronar la unidad, liderazgo, dirección y estrategia. Esa es la ruta, no tenemos otra mejor. Somos oídos.
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