Caracas, 14 de octubre de 2021.-
GRABA EN TU AFAMADA VOZ LA EXTRAÑA MUERTE DE ISMAEL PIÑA BAEZ
La muerte natural se entiende como necesaria y pasajera, pero no se acepta cuando viene envuelta en esos crímenes repugnantes que se lleva la vida de inocentes y no da tiempo de reponernos del dolor.
Uno también siente miedo cuando suena la campana que anuncia tiempo de duelo y sufrimiento.
Ayer asistí al sepelio de un presunto violador, Ismael Jesús Piña Báez, muerto a balazos por la policía el pasado sábado en la noche justo en el oscuro basurero que está al frente de La Casa Club de Golf de Caraballeda.
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Me impactó ver una multitud saliéndole al paso a esa gran mentira de la manera más contundente: metiendo en un pote dinero para sufragar los gastos de su entierro. Me dijeron que le estaban pagando los frecuentes servicios que le prestó a toda la comunidad de los barrios de la parroquia Caraballeda.
El Negro Ismael de 35 años cargaba arena, cabillas, cemento, muebles a lo más alto de los cerros y les bajaba la basura a los vecinos. También les bailaba salsa para alegrar sus precarias existencias. Nunca tuvo necesidad de robar porque cobraba un dólar por cada servicio, dinero para su mamá María Xiomara y alguna droga que consumía y que lo colocaba en situación de calle. Nadie en el vecindario se creyó la versión de que Ismael Jesús Piña Báez fuera un violador y un pistolero para oponer resistencia a la autoridad. Si “La voz del pueblo es la Voz de Dios”, alguien al menos debe escuchar ese coro de los vecinos que sentencian que a El Negro Ismael lo mataron a tiro sucio.
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Al difunto no lo conocí, pero sí de vista y trato a quienes elevaban sus oraciones por el eterno descanso de su alma, a los que pedían “derogar” la Pena de Muerte, denuncia frecuente en el estado Vargas y no pude contener las lágrimas cuando sus amigos se lo llevaron en procesión al compás de la música de Rubén Blades, Ismael Miranda e Ismael Rivera en esas letras desgarradoras que dan testimonio de la competencia desleal entre los fuertes y los débiles.
Al final del cortejo fúnebre a Ismael lo llevaron a una cruz que intercepta a los 4 barrios más populosos de Caraballeda porque allí le habían grabado un video que se hizo viral bailando “Cuero No Más” canción que le hizo probar su calidad salsera.
En ese lugar, entre la multitud, estaba una mujer joven de franela azul llorando, comentaban que era la presunta violada y no pude controlar tantas emociones y lloré de impotencia y me fui a casa acompañado con uno de los tíos de Ismael. A los pocos minutos recibí la infausta noticia de la muerte de mi entrañable amigo Porfirio Torres, afamado locutor a quien le he pedido narre, en su tórrida voz, esta crónica que clama justicia antes de que se vaya camino al cielo.
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