“Somos dueños de nuestro destino.
Somos capitanes de nuestra alma”.
Winston Churchill.
Upata, 10 de Octubre de 2021.
Al sur del Orinoco, en mi Guayana mágica, impetuosa y seductora, está instalada una organización criminal con el único propósito de saquearla en cuerpo y alma. Nada que afecte a nuestra tierra y su gente, me es indiferente. Mi padre, Rocco De Grazia, fue un guayanés nacido en la Calabria italiana. Me enseñó desde niño a amar mi tierra y comprometerme con ella; con su destino: presente y futuro. Sus ríos, tepuyes, su calipso, sus parques, sus empresas, universidades, su salto Ángel, su hidroeléctrica, su fútbol, su historia, su biodiversidad, su capacidad de trabajo, sus pueblos indígenas, sus bosques, su gastronomía, su potencial agrícola y pecuario. Todo esto nos inspira y motiva para sacarla de la tragedia dónde ha sido sumergida en las últimas dos décadas.
Creo en una Guayana decente, transparente, donde sus ciudadanos puedan mirarse a los ojos sin sentir miedo, dónde el estado y sus instituciones sean un instrumento del ciudadano y no un órgano de represión; creo en una región libre de alcabalas; creo en unas FAN constitucionales al servicio del resguardo ciudadano y territorial. Creo en una gobernación capaz de estimular la iniciativa privada y ciudadana; que privilegie las nuevas economías, la innovación productiva; que estimule y proteja la inversión a propósito de acabar con la hambruna, la pobreza y la desesperanza. Creo en la Guayana que alberga en su riqueza hídrica el potencial para saciar la sed de agua de toda una nación. Creo en la fertilidad de su tierra para mitigar el hambre que azota a los venezolanos. Creo en sus universidades como ejes de la academia y centros de investigación para avanzar en los propósitos que nos propongamos; en la fuerza de su sociedad civil activada en resolver y contribuir, creo en la nobleza de sus religiosos como instrumentos sociales para curar las heridas abiertas. Tengo la convicción de poder constituir desde Guayana, una esperanza, encender una luz, abrir un camino, señalar una senda. Suena romántico decirlo, poético expresarlo, pero de compleja ejecución, porque representa el compromiso de todos consigo mismo, con nuestras generaciones futuras y con nuestra nación.
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Pasar del modo quejoso, al modo solución, es una carrera de obstáculos; pero Guayana y Venezuela bien valen el esfuerzo titánico. Verle la cara a Mirta, noble funcionaria diplomática de la Republica de Italia, cuando presenté mi renuncia a la nacionalidad de mis padres, que me protegió y amparó, mientras el régimen de Maduro me perseguía, -cosa que tuve que hacer para poder optar a la gobernación de Bolívar por razones constitucionales- era un poema de amor y dolor; ella en cuarenta años de carrera diplomática, no había visto un caso similar. Porque está consciente de las implicaciones en materia de seguridad social y familiar que implican esta renuncia. Nada de esto me pesa, lo he hecho por convicción. Estoy consciente de cuanto hago, lo asumo a consciencia y lo sostengo. No tengo intención de pasar por héroe, sino por útil. Todo lo descrito es un sueño, seguramente, ¡toda idea maravillosa es en principio un sueño! Me doy por satisfecho de haber contribuido a él, al contribuir en el allanamiento del camino para lograrlo.
Mi compromiso es convertir la Gobernación del Edo. Bolívar en el órgano rector de vida política, social y económica de nuestra región. O en su defecto, en el sindicato ciudadano más importante de las nobles causas que exigen los guayaneses. En temas tan recurrentemente humanos como indispensables para llevar una vida decente; en servicios básicos de agua, gas, gasolina, transporte o alimentación.
Si un sindicato clandestino como “Solidaridad” en Polonia; pudo contribuir a la reposición de la democracia desafiando al imperio soviético comunista, ¿por qué no, una Gobernación en nuestros predios?
El esfuerzo será recompensado por los resultados en los objetivos planteados. En eso estamos comprometidos todos los guayaneses de acuerdo a sus posibilidades. De manera, que tu, ciudadano que has resistido las adversidades, puedes multiplicar, motivar y organizar a los tuyos para esta tarea. Desechando la inercia, abandonado la desesperanza, asumiendo el compromiso contigo mismo y con los tuyos. Estamos comprometidos a dejar a las nuevas generaciones, un país seguro y óptimo, donde nuestros jóvenes deseen quedarse y/o retornar. Un lugar donde las familias puedan reencontrarse en lugar de estar fragmentadas o dispersadas por el mundo, donde se les permita vivir y desarrollarse con plenitud.
Recuperar y reconstruir un país, inicia con el sueño, pasa a la determinación indomable del ideal, posteriormente, a la planificación viable de las acciones concretas y a la ejecución de lo planteado como propósito de bien común. Tú, que eres un ciudadano parte fundamental de una familia, puedes reconocerte como parte activa de la resistencia ciudadana ante la debacle que hemos vivido durante 22 años de caos; ahora, toma el timón de tu vida y se parte activa del cambio de modelo, del cambio de realidad, del retorno al orden constitucional y la democracia. Eres tu quien tiene el poder de decidir y accionar. Uniendo más allá de los partidos, movilizando y organizando la emoción del cambio de modelo.
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