Caracas, 04 de octubre de 2021. “A falta de unidad entre los políticos, bueno es unir a los ciudadanos”. Guayana Libre.
La política en Venezuela se ha despolarizado; el régimen hace un esfuerzo desesperado por vender la imagen antagónica de “gobierno” vs “oposición”, pero ya no da resultado. La realidad ha despertado a la gente porque abajo es otra cosa, abajo es sobrevivencia, en una realidad dantesca. En el país alejado de la burbuja virtual de la política y de la cúpula, se contempla un escenario diferente. Una vez desaparecidos los referentes partidistas, los grandes medios de comunicación de masas, derrotados los mantras, cerradas nuestras universidades… una vez materializado el desplazamiento masivo de nuestros conciudadanos ahora esparcidos en el mundo, debido al empobrecimiento brutal de los venezolanos, el retrato social de la Venezuela de hoy, es diferente a la del 2015. Tenemos una clase media extinta, una hiperinflación tóxica y asfixiante debido a la pobreza galopante que ha desmembrado a las familias venezolanas.
Ante una realidad de esta magnitud, el régimen se encuentra frente a una sociedad que lo adversa, lo rechaza, lo desprecia y repudia de manera pública, notoria y real. En medio de ese escenario busca desesperadamente nuevos referentes políticos, sociales y económicos. Escudriña acucioso en el discurso de quienes presentan alternativas para salir de la tragedia, para con un impulso desmedido e inmediato correr a callar el mensaje, como quien corre de montón en montón apagando los focos de incendio; pero en esta hora, ya la implosión en su propia cúpula no se hace esperar; de ahí la pertinencia de construir este referente, de innovar en el planteamiento que nos permita ver una luz en el túnel.
En el marco de estos escenarios, irrumpimos el 19 de Abril, cuando hurgamos más allá de los eventos, abandonando el club de la inercia, sin hipotecarnos al régimen. Planteando el abandono de los mantras mágicos, cuestionándonos a nosotros mismos, rompiendo los paradigmas. Fue entonces, cuando le pusimos apellido a las regionales al calificarlas de plebiscitarias; con el instrumento: “Ni un voto para Maduro” y el argumento: “No tenemos balas, tenemos votos”. Hicimos añicos el modelo hegemónico, excluyente y vetador de los cogollos. Dimos el paso firme, decidido, sin complejos, sin miedo, al desafiar por la calle del medio sin remilgos, los escenarios electorales como única alternativa para reponer la democracia, libertad e independencia del país. Establecimos una ruta que denominamos libertad. Esta comprende congregar en una convención posterior al 21 de Noviembre, a todos los demócratas electos en las regionales. Que congregue a todos los gobernadores, alcaldes, diputados y concejales en aras de constituir un nuevo centro de dirección política; dónde no exista la exclusión ni el veto de unos u otros, sino la determinación superior de salir de la tragedia. Pasando así, al tercer escenario, el referéndum revocatorio presidencial, con el claro propósito de mantener la iniciativa, la movilización y la organización ciudadana. En procura de construir el escenario electoral presidencial, con la convocatoria de unas primarias que nos faciliten un candidato presidencial para irrumpir anticipando eventos y construir escenarios que nos permitan solucionar la compleja realidad venezolana.
Todo esto conjugando la capitalización política de todos los elementos a favor, la presión internacional, la movilización y organización ciudadana.
Finalmente, así como rompimos con los mantras, la inercia, la abstención y demás conductas contraproducentes, ahora vamos segando la hierba del discurso inoculado por el régimen, con la distracción discursiva que reza: “divididos perdemos”. Se pierde, dónde no hay liderazgo, dónde no hay confianza en el líder, pero no dónde se le allana el camino a la tiranía, destapando y desmontando sus falacias. Esa narrativa en boca de los demócratas, es como si el Aquiles de Troya, anunciara sistemáticamente, que su debilidad está en su talón.
En Guayana hay una ruta, un camino, un plan con un sólido liderazgo para marcar la pauta de un antes y un después. Conocemos a los sospechosos habituales, a los eternos derrotados, a las “viudas de Rangel” y así mismo, a aquellos que compensan sus derrotas electorales, con dividendos crematísticos. Por eso no dudamos ni un milímetro en desenmascararlo. La victoria de Guayana marcará la pauta y la Gobernación será un instrumento impulsor de los cambios de modelo desde Guayana a toda la geografía nacional.
Unidad, Si. Con los que padecen la falta de gasolina o gas. Con los que tienen hambre y sed a falta de comida y agua. Con los que no tienen transporte, ni trabajo decente. Unidad con los que padecen enfermedades sin tratamiento. Unidad con los trabajadores empobrecidos. Con los indígenas y vulnerables. Unidad con las mujeres que levantan familias monoparentales y tienen la sobrecarga de sus hogares. Unidad con las personas de la tercera edad que están al cuidado de los nietos a consecuencia del éxodo inducido por la necesidad. Unidad con los jóvenes a quienes han robado su futuro. Unidad con quienes tratan de superar cada día como una lenta agonía. Unidad con los que asumieron la desesperanza y el conformismo por no ver la luz en el túnel.
En este momento, exaltamos los méritos, la resiliencia del venezolano y vemos aflorar lo mejor de cada uno. El desafío es encontrar las salidas y las soluciones, solo hay una tragedia mayor a la que vivimos: No querer salir del laberinto, creer que no podemos vencer. Ese es el reto que asumimos, que estamos construyendo y lo estamos logrando con la ayuda del pueblo unido.
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