Caracas, 30 de junio de 2022. Quienes nos quedamos en esta tierra por el motivo que sea, lo hicimos dejando partir un pedazo de nuestras vidas. Alguien de nuestra sangre o más importante apreció se fue llevándose parte de nuestro ser. Con solo cruzar la frontera se fue, ya no está. Pero descubrimos que esa ausencia se hace más profunda en la distancia y el riesgo que nuestros seres queridos recorren. Nuestros miedos de cuando estaban a nuestro lado son mucho mayores ahora. Igual que ellos pensamos que era para bien esa separación. Ahora vemos que la masiva migración ha causado que seamos rechazados y discriminados en muchas partes. No hubo una tierra prometida para nuestros viajeros. Aun así, en su gran mayoría se esfuerzan por ayudarnos desde donde quiera que estén.
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Haciendo múltiples escalas en aeropuertos del mundo, cruzando enormes océanos, caminando helados paramos, secos desiertos o húmedas selvas de muerte, un bravo pueblo empacó su valor y decidió emplearlo en llegar donde nunca pensó hacerlo. Más de 6 millones de venezolanos, en su mayoría jóvenes, emprendieron la travesía. Una gran parte de nuestra mayor reserva, nuestra gente, no está en el subsuelo. Está desperdigada por el mundo en el cuerpo y mente de los hijos de esta tierra y quizá nunca regrese.
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Pero el país no se abandona estando dentro o fuera, solo debemos buscar la manera de organizarnos para hacerlo.
Para bien o para mal estamos a las puertas del evento electoral más importante del último cuarto de siglo. Es poco menos que absurdo convencer a quienes nos quedamos y los que se fueron, que un gobierno que no se cumple ni a sí mismo, pueda acordar condiciones que le condenen a perder unas elecciones. Los acuerdos en México, de concretarse, deben tratarse con la aprensión del caso, aspirar lo mejor preparados para lo peor. Lo que ha de ocurrir depende de nuestra organización ciudadana dentro y fuera del país.
Unas presidenciales es un evento electoral de carácter nacional y como tal habilita a cada venezolano en edad para votar. La diáspora debe ser registrada para participar. ¿Pero qué tipo de organización requerimos de nuestros hermanos regados por el mundo? Primero verificar si en el país de acogida existe algún tipo de registro de residencia temporal o permanente. Con apoyo de ACNUR, los países que acogen a la mayor cantidad de migrantes venezolanos, desarrollan programas de protección que otorgan estatus de residentes mientras regularizan su situación legal en ese país. Este requisito más su cedula de identidad vigente o no, es lo que según la LEY ORGANICA DE PROCESOS ELECTORALES se requiere para inscribirse, modificar, corregir su registro en el REP.
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Ya con estos documentos en mano y de ser posible copia de la primera página del pasaporte, proceder a descargar del sitio oficial del CNE, el formato de modificaciones y reclamos. http://www.cne.gob.ve/web/registro_electoral/registro_electoral.php. Llenar el formato y junto con los requisitos enviar al ente comicial en formato de imagen y PDF. Mucho mejor si se hace por lotes de venezolanos organizados en un sector, municipio, condado, estado, país. Con su correspondiente listado de documentos enviados. Ese mismo listado con fecha hora y código de recepción, así se negativa, es decir que el CNE diga que esa no es la vía, el ente está en la obligación de informar cual es el procedimiento correcto de recepción. Se utilizaría para enviar el físico de la correspondencia a la oficina consular más cercana. Es importantísimo organizarse en grupos numerosos, en base a eso se está en el derecho de exigir al servicio exterior el envío de un funcionario a reunirse con los grupos de electores más distantes sin que esto signifique una extralimitación de la oficina consular en territorio extranjero. Es un claro ejemplo de MAS ES MEJOR.
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Los que estamos dentro de Venezuela, estamos en el deber de promover el debate de simplificar el mecanismo o reglamento del voto en el extranjero. Apoyar iniciativas que ya están en movimiento. Participar como Voluntarios para la Transformación, en la firme convicción que los derechos humanos y civiles no se endosan o entregan a otros para que los luchen. Son nuestros derechos, son nuestras luchas.
Seguramente alguien dirá: “es que yo me fui porque ya no creía en el voto”. Y es libre de pensar así. Pero por lo menos haga el esfuerzo de garantizarse ese derecho a futuro, cuando si vea provecho en expresar su voluntad. Hasta para abstenerse, que es una manera de expresión de esa voluntad, es útil que ese derecho esté activado.
Finalmente, nuestro caso es inédito. Tenemos la oportunidad de mostrarle al mundo que podemos hacer, como entre todos los venezolanos podemos corregir este error histórico. De tomar esa esperanza que se fue arrugada entre las pocas pertenecías que permitía ese largo y accidentado viaje está intacta. Que nuestro país nos duele donde quiera que estén plantados los pies de un venezolano en esta frontera extendida en la que hemos convertido al mundo.
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