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De los peligros y las necedades del academicismo en la acción política

Caracas.- Tenía razón aquel que sentenció, creo que fue Guzmán Blanco: ¡Qué bruta es la gente inteligente!

El Centro de Estudios Políticos de la UCAB ha propuesto, con acompañamiento de trompetas y redoblantes, que en las eventuales elecciones primarias que promueve el G4, también los inhabilitados puedan postularse.

Uno oye ese tipo de razonamiento y, la verdad, es como para quedar perplejo. ¿Será que lo peor que puede pasarle a la política es el academicismo (que no la academia)? ¿Sabrán estos señores -que juegan a la política en un salón de clase, pero no más allá- de qué es lo que se trata? 

¿Qué es lo que se busca con tamaña necedad?

Veamos:

• Primero, se trata de la negación de un valor esencial de la política: la eficacia. Es decir, lograr el cometido. Lo demás es puro testimonialismo, propio de una fe religiosa o de la izquierda marginal, pero no política. O sea, elegirá el G4 un candidato que el gobierno va a despachar de inmediato sacándolo en el acto del tablero de juego.

• Dirán estos reyes de las pamplinas, para parafrasear a Teodoro, que de esta guisa se quiere poner en evidencia la naturaleza autoritaria del rrrrrégimen (y rugirá su voz como un estertor de ultratumba). Que el gobierno eliminará un candidato y se pondrá otro, y que si el gobierno también elimina este candidato se pondrá uno más… como en Barinas, pues. ¡Ja!, provoca espetarles. Y Maduro contestará: Je m’en fous, como dicen los franceses: qué me importa.

• Luego está el meollo del problema: con decisiones de este tipo, se desnuda una estrategia errada. ¿Es que el G4 ve su participación en estos comicios como un desafío, o un reto, o una provocación al gobierno? Seguramente. En fin, de bravuconadas infecundas está plagada por propia naturaleza la cultura extremista, de derecha o de izquierda.

¡No les arriendo la ganancia!, queridos amigos del G4.

Pero prosigamos:

• Ese gobierno al que, pongamos por caso, se derrota en las urnas, como se le derrotó en 2015, podrá ser minoría electoral… ¡pero es clara mayoría en términos de Poderes, de correlación de fuerzas! ¿Van a cometer de nuevo el error de 2016? Con razón dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.

• El gobierno de 2016, al que se acababa de derrotar en las urnas y al que desde la Asamblea Nacional se quiso derrocar más por un acto de prestidigitación que por un acto de política real, había obtenido 40 % en las urnas…. ¡pero tenía 4 de 5 Poderes Públicos!, a saber: Ejecutivo y presupuesto, Judicial, Ciudadano y Electoral… y ese otro “podercito” que es la Fuerza Armada. O sea, 40 % electoral pero más del 80 % del poder real. La oposición: 60 % electoral, pero 20 % del poder real. Aún así, la MUD de entonces apostó por un choque de trenes, sabiendo -como tantos se lo advertimos-  que estaba condenada al fracaso. Como en un órdago postrero, jugándose a Rosalinda, que en esta crónica era la Asamblea Nacional que 10 años de paciente trabajo político, social y electoral había costado para conquistarla… y lo perdieron todo.

Es el análisis de la correlación de fuerzas que algunos profesores universitarios tal vez con asco ni siquiera miran de reojo.

Continuemos:

• Pues bien, el eventual Presidente de oposición que, según los planes del G4, va a asumir el Poder Ejecutivo en 2025, tendrá frente a él, y en su contra: los Poderes Legislativo, Judicial, Ciudadano, Electoral y…. la FA… y…. 20 gobernaciones…. y más de 200 alcaldías controladas desde ese partido/Estado que es el PSUV. 

• En esas circunstancias, el candidato que Venezuela necesita no es un tipo camorrero, oposicionista hasta los tuétanos, tipo “interino” o la señora Machado, sino alguien que cuente con la aquiescencia del gobierno, con capacidad de interlocución hacia el madurismo, que esté en condiciones de convocar, conformar y liderar un Gobierno  de Unidad Nacional, con chavismo y madurismo incluidos, si es que queremos sacar al país de la crisis en vez de sustituir un pleito por otro pero de signo contrario, y con una destitución constitucional en su destino, vía Asamblea Nacional, TSJ y Fiscalía.

Señores del G4: Háganle caso a estos reyes de la pamplinada de la Universidad Católica pero, eso sí, apréstense a salir de nuevo, como en 2016 y 2017, con las tablas en la cabeza. 

Toca al CNE impedir tanto desquicio. 

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