Maykel Navas | El Chef de Putin, el Grupo Wagner y la guerra en Ucrania

Maykel Navas Historiador

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A todas luces, este título parece una combinación de ideas sin sentido, sin embargo, estos elementos están íntimamente relacionados entre sí. Las explicaciones subsiguientes nos darán una idea de cómo Yevgeny Prigozhin  y Rusia utilizan grupos mercenarios como el “Wagner” (grupo paramilitar dirigido por exoficiales rusos y el entorno cercano al presidente Vladimir Putin), en la guerra contra Ucrania.

“El Chef de Putin”

Yevgeny Prigozhin, “el Chef de Putin”, conocido así luego de un artículo publicado por Associated Press en febrero de 2018 (Putin’s chef’ among Russians indicted), donde se describe la estrecha relación entre ambos personajes y la participación de Putin en la presunta intervención informática durante las elecciones legislativas estadounidenses de 2018; es un empresario que ha acumulado mucho poder en el gobierno y amasa una gran fortuna producto de su amistad con el presidente ruso.

Pero ¿quién es Yevgeny Progozhin? Este oligarca ruso nació en San Petersburgo, en 1961, como todo habitante de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) perteneció al Partido Comunista, del cual fue expulsado debido a la comisión de delitos como fraude, robo y lesiones personales, por los cuales, sería condenado a trece años de prisión.

La amistad de Putin y el Chef surgió en la primera década del presente siglo, luego de que el presidente ruso se hizo asiduo comensal de uno de sus lujosos restaurantes: el New Island de San Petersburgo.

La caída del régimen comunista, a principios de los noventa, le proporcionó a Progozhin la posibilidad de emprender negocios privados, es así como inicia su camino a la riqueza, invirtiendo en puestos callejeros de comida rápida. Con sus relaciones escaló hasta abrir varios restaurantes de lujo en su ciudad natal y otras localidades como Moscú.

Para 2010, está muy ligado a la cúpula del poder y logra instalar, con financiamiento del Estado ruso, una factoría y distribuidora de alimentos para las escuelas públicas de San Petersburgo y Moscú. Así mismo, consiguió un contrato para suministrar alimentos y otros productos al Ejército nacional. Poco a poco, construyó un imperio financiero apoyado por Vladimir Putin e incrementó su influencia política en el círculo interno del presidente.

Sus acciones e influencia no pudieron seguir pasando inadvertidas para la comunidad internacional. En 2019, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos sanciona a Prigozhin y su compañía de informática: Internet Research Agency, por tratar de influir en las elecciones legislativas norteamericanas de 2018, confiscándosele un yate y tres aeronaves. De igual manera, Gran Bretaña y la Unión Europea acusan a Progozhin y a su empresa informática de orquestar campañas de desinformación en esas entidades, para dañar mercados bursátiles y otras operaciones financieras y políticas.

Grupo Wagner

Aunque la legislación de la Federación Rusa prohíbe la formación de empresas de mercenarios, se presenta el extraño caso del Grupo Wagner, que no es una empresa con registros formales, pero funciona como tal. Este grupo fue creado por Dimitry Utkim, teniente coronel con experiencia en fuerzas especiales y miembro del componente de contrainteligencia del Ejército ruso. Wagner comenzó operaciones en 2014, pero inaugura su primera sede en la ciudad de San Petersburgo, en noviembre de 2022; también se relaciona con el empresario Yevgeny Prigozhin, quien pasó varios años negando su vinculación con el grupo, hasta que lo admitió en febrero de 2023 en medio de la ofensiva rusa, en Bajmut, donde participa.

Las primeras acciones armadas realizadas por Wagner fueron durante la anexión de la península de Crimea por parte de Rusia en 2014. También participó en la guerra civil de Siria, en apoyo al presidente Bashar al-Ásad, en sus momentos más difíciles, cuando el grupo fue acusado de graves violaciones a los derechos humanos. Igualmente, desarrolló operaciones al este de Ucrania desde 2014, apoyando a los separatistas prorrusos en las regiones de Donetsk y Lugansk.

Sin embargo, las acciones que le han retribuido más ganancias al Grupo Wagner han sido sus intervenciones militares en los conflictos africanos. Sus operaciones han servido para la victoria y ganancias de sus empleadores y han contribuido a incrementar la influencia de Rusia en esos países.

El Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI), ha señalado con preocupación que la actuación de Wagner en la  República Centroafricana (RCA) y Malí ha buscado erradicar a los grupos armados de oposición, de forma depredadora, violando los derechos humanos y atacando a civiles.

Estos cuerpos de tropas mercenarias han sido utilizados por potencias occidentales en múltiples ocasiones, como referencia, tenemos la compañía norteamericana Blackwater y sus reprochables acciones en Irak y Afganistán contra los prisioneros y la población civil. Al igual que otros grupos mercenarios, parte de la acción de Wagner es la de suministrar seguridad y actuar en operaciones especiales contra los enemigos de sus empleadores: acciones de propaganda, participación en la política interna, suministro de comida, campañas de internet, entre otras.

Lo más importante para la empresa mercenaria es que su facturación es realizada a través de concesiones mineras o forestales, que le adjudican los gobiernos a los cuales respaldan. En Sudán, los han acusado de extraer grandes cantidades de oro. En el centro africano, de recibir concesiones de piedras preciosas: diamantes, oro y otros valiosos minerales.

Se sabe que el Grupo Wagner ha actuado en Libia, República Centroafricana y Sudán del Sur, donde los denunciaron por haber reprimido con brutalidad extrema las manifestaciones populares, igualmente han participado en acciones de respaldo a las autoridades de Malí y Mozambique. En todas sus intervenciones aparecen como un ejército ruso no oficial, pero con respaldo del Kremlin, así lo catalogan los expertos por el uso de sistemas de atención médica y transporte del Estado.

Invasión a Ucrania

Desde la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022 se sabe de la participación de los mercenarios rusos en territorio ucraniano. Todas las agencias de noticias han estado monitoreando sus acciones, en especial las de Wagner. A pesar de las negativas de las autoridades de Moscú, el pasado febrero en plena ataque contra la ciudad de Bajmut, donde se registró el enfrentamiento más intenso del conflicto hasta la fecha, se pronunció públicamente Yevgeny Prigozhin, manifestando al ministro de la Defensa de Rusia la necesidad de enviar municiones para continuar la ofensiva.

Dos cosas dejan claro este mediático reclamo: primero, la influencia y respaldo que debe tener Prigozhin en el entorno de poder de Putin, para reclamar públicamente al ministro la falta de pertrechos; a pesar de que una nueva legislación penal rusa, otorga hasta quince años de presidio a quienes critiquen o hagan propaganda en contra de la guerra y sus motivos. Segundo,  la admisión palmaria de la participación directa de mercenarios rusos en el conflicto, situación que habían negado hasta ese momento.

Para algunos, el reclutamiento público perpetrado por Yevgeny Prigozhin en las cárceles rusas, a mediados del año pasado, cuando indicó: “son ellos o vuestros hijos”, fue una demostración de la política militar de Moscú. Las autoridades saben que los muertos y los heridos del grupo mercenario no serán contados como bajas oficiales y la repercusión en la sociedad rusa será subsumida entre la propaganda y la censura.  Así pues, todo indica que las próximas ofensivas de primavera, de parte y parte, van a ser más fuertes e intensas que lo visto hasta marzo de 2023.

Por último, es necesario agregar  la impostura de la izquierda mundial y de quienes apoyan la invasión de Rusia a Ucrania; incapaces de emitir alguna crítica o reclamo sobre la utilización de mercenarios, sin control oficial, en esta guerra. Por el contrario, han insistido en los vínculos neonazis y elementos de la llamada ultraderecha en las fuerzas armadas y policiales ucranianas.

Artículo originalmente publicado para PolitikaUcab, reproducido con la autorización del autor.

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