Anzoátegui, 17 de agosto de 2021. Fueron muchos los sacrificios que debió superar Yulimar Rojas junto a su familia, para alcanzar la proeza de inmortalizar su nombre con el oro olímpico. Un momento de gloria que soñó desde niña, cuando vivía en un ranchito con paredes y techo de láminas de zinc. Así lo dieron a conocer sus padres, Yulecsi Rodríguez y Pedro Zapata, durante una entrevista concedida a Punto de Corte en su residencia de Nueva Barcelona, estado Anzoátegui.
El señor Pedro, padre de crianza de Yulimar, compró la humilde vivienda en la década de los 90 por 800 bolívares en Alta Vista, ubicada en un cerro de Pozuelos, una comunidad devota de la Virgen del Amparo, en Puerto La Cruz, estado Anzoátegui.
Antes de trasladarse a tierras orientales, Yulimar vivió en Caicagüita, un popular sector situado en Caracas, donde pasó tres años de su infancia junto a sus dos hermanos mayores Félix y Manuel. En ese entonces, su padre biológico había partido hacia México para hacer una carrera en el boxeo profesional, sin embargo, su mamá no pasaba por un buen momento económico para el sustento de tres hijos y tras conocer a Pedro Zapata, decidieron mudarse a Puerto La Cruz en busca de un porvenir.
La familia creció con el nacimiento de Yerilda, Yuleidys y Yorgelys. Todos, los ocho en total, vivieron durante 17 años en el ranchito de once metros de largo por nueve de ancho. Los estrechos y empinados caminos de tierra que habían frente a la vivienda, eran el parque de juegos de Yulimar y compañía, con una vista panorámica de Puerto La Cruz y su Mar Caribe.
Siempre con el deporte
Su educación inicial y escolar transcurrió en la Escuela Batalla de Carabobo y en la Unidad Educativa Aníbal Dominici, en Pozuelos. Años en que no dudaba en participar en juegos de kikimbol, béisbol, fútbol, voleibol y hasta pelotica de goma.
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El olfato deportivo de Pedro Zapata, quien actualmente es instructor de boxeo en el Gimnasio Vertical de Sierra Maestra, en Puerto La Cruz, detectó el potencial que Yulimar tenía para convertirse en una atleta formidable y al culminar el primer año de bachillerato, la inscribió en la Escuela de Alto Rendimiento del Complejo Polideportivo Libertador Simón Bolívar, de Barcelona.
Su paso en el entorno deportivo no pasó inadvertido y de la mano del experimentado profesor Jesús Velásquez, se destacó en salto largo y salto alto, cosechando sus primeras medallas en juegos juveniles regionales, nacionales y panamericanos, sin que le faltara el apoyo familiar y la compañía de Yulecsi. Pero fue en el salto triple, que se mostró en un nivel superior ante sus rivales deportivos y Velásquez se lo hizo saber para que se especializara en esa disciplina.
Más tarde, Yulimar contactó vía Facebook al legendario Iván Pedroso, quien fue medallista de oro en las Olimpiadas de Sídney 2000 en salto largo. Luego de trasladarse hacia España se convirtió en su entrenador y lo demás ya es historia. Consiguió plata en Río 2016 y luego oro en Tokio 2020, además de conquistar los primeros lugares en otras competencias con los mejores del planeta.
Enfocada en los 16 metros
La nueva monarca del salto triple femenino Yulimar Rojas, está enfocada en superar los 16 metros de largo en los próximos compromisos deportivos.
La madre de Yulimar, indicó que su hija logró estar muy cerca de los 16 metros, mucho antes de asistir a las olimpiadas de Tokio 2020, pero había cometido “falta”, por lo que trabaja para mejorar su técnica de salto durante los entrenamientos en Guadalajara, España, de la mano con su entrenador Iván Pedroso. “Si supera los 16 metros sería la consagración. Yo estoy segura de que lo va a conseguir porque tiene mucha confianza en sí misma”.
El señor Pedro, agregó que una vez que Yulimar logre imprimir mayor velocidad en la carrera antes de dar el primer salto, los 16 metros se quedarán cortos. De modo que son muy altas las probabilidades de que rompa su propio record mundial de 15,67 metros, impuesto en la nación nipona.
El sueño de Yulimar continúa. Del ranchito donde vivía y volaba con la imaginación en la conquista de nuevos desafíos olímpicos, sólo queda un piso de cemento que perdió el brillo donde antes se reflejaban las medallas que colgaba en el techo, para darle paso a la satisfacción de brindarle a su familia el hogar y la vida que merece tras años de sacrificio.
De momento, Yulecsi espera la llegada de Yulimar a Venezuela en la segunda semana de septiembre, para prepararle su plato favorito, el arroz con pollo que tanto extraña y sentarse en la mesa con toda la familia.
Corresponsalía del estado Anzoátegui.
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