(Opinión) Burbujas o agujero negro. Por Américo De Grazia

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Caracas, 23 de febrero de 2022
“Cuando ya no podemos cambiar una situación, estamos desafiados a cambiarnos a nosotros mismos”.
Viktor Frankl.
@AmericoDeGrazia

Hace 39 años ocurrió el “viernes negro”; cíclica situación económica que dejó al desnudo los desaciertos económicos de toda una nación, que no supo, ni sabe aún, aprovechar sus vacas gordas, ni sus ingresos extraordinarios. Hoy volvemos a ser víctimas de esa perversión cíclica, que nos pintan los factores de poder, cada vez que viene un sobreingreso petrolero, con ilusiones ópticas, alegrías de tísicos y carruseles del desastre. Nos hablan repetitivamente de la recuperación económica que estamos cosechando gracias a la asertividad del jerarca de turno, ganando así, indulgencias con escapulario ajeno.
Mientras el mundo opta por salir de la recesión sufrida por el COVID19,  recuperándose el mercado y el intercambio comercial… el oficialismo local narra su nueva mentira, atribuyendo esta, el haber vencido las sanciones.
La verdad irrefutable, es que esta es una historia repetida, que ya es materia vista y significativamente reprobada. Sube el precio del petróleo y los gobernantes juegan al héroe dadivoso. Desde la irrupción del petróleo en el escenario económico del país, Grisanti, Uslar Pietri, Pérez Alfonzo y Domingo Alberto Rangel entre otros, llamaron a “sembrar el petróleo”, e incluso, fueron satanizados como “profetas del desastre”. Lo cierto es que ya no se trata de un “viernes negro” más; sino de un “agujero negro” que lleva más de 22 años hundiendo al país en todos los aspectos;  que acabó con la gallina de los huevos de oro que fue PDVSA,  quebró todas las empresas básicas de Guayana,  reduciendo todo el aparato productivo y comercial del país, a chatarra y escombros,  profundizando la economía de puertos; desapareciendo nuestro signo monetario del escenario económico y financiero. Disolvió la poca institucionalidad que nos quedaba; intervino toda forma de organización social, subordinó nuestras fuerzas armadas a los caprichos e intereses de una casta política. Desapareció el salario como fuente de ingreso de los trabajadores venezolanos, diezmó los derechos conquistados en jornadas centenarias de luchas sindicales; hizo de la violación de los DDHH una práctica cotidiana y de los crímenes de lesa humanidad, una política de estado. Nunca antes un gobernante venezolano había sido acusado por narcotraficante en la corte penal internacional, ni se le aperturó un expediente en la ONU por delitos humanitarios. Jamás habíamos sido un pais de migrantes; hoy la diáspora desplazó al destierro a más de 6 millones y medio de connacionales (26% de la población) al exilio forzoso y humillante. Perdimos en ella el capital humano más preciado  de un país: ¡sus ciudadanos! Lo ocurrido en Venezuela, es vergonzosamente inexplicable ante el mundo.

Esa es la patética realidad que nos ocupa. Seguramente ningún científico está hoy en condiciones de explicar qué ocurre dentro de los “agujeros negros” de nuestra galaxia y, menos aún, cómo salir de ella si fuésemos absorbidos por esta. 
Eso forma parte del debate que planteamos y llevamos al escenario político, económico y social; para salir de los diagnósticos quejosos e inquisidores y romper con los círculos de la inercia y el desconcierto.

La realidad exige transcender al eventismo efemérico y efectista, deshacer las instrucciones ambiguas, genéricas y ociosas, que “ordenan” ¿organizarse? ¿denunciar?  ¿informarse? O sea, esperar instrucciones de los “gurú” políticos; a esos que se les exige respuestas y te responden: “después te digo”. Si, esos que recurren de modo sistemático y copioso, a vivir de la nostalgia de no superar sus incapacidades,  sin aceptar, que el modelo del pasado se agotó y del presente fracasó. El debate no puede reducirse al enfrentamiento mellizal entre “alacranes” y “monomeros”, Venezuela espera por más.

Por eso, desde  Guayana, estamos impulsando dos iniciativas políticas, para ser articuladas en función de salir del “agujero negro”. 
La primera es unir, movilizar y organizar los gremios, sindicatos, sociedad civil y el músculo electoral de los partidos democráticos, articulados en los 14 mil centros electorales del país, en una fuerza social capaz de acompañar a los ciudadanos en sus luchas cotidianas por más y mejores servicios o calidad de vida, trabajo decente y capacidad económica.  Y la segunda iniciativa, es que nos demos cita en unas primarias presidenciales en el 2022, para la escogencia mediante el voto universal, directo y secreto de un candidato presidencial legitimado de origen y ejercicio, para instrumentar de igual manera, una dirección política de la que adolecemos en estos momentos. Diseñando de esta manera, desde ya, una estrategia, un cambio de modelo económico, político y social; una metodología viable y efectiva, no solo para sustituir sus jerarcas, sino, su obsceno modelo.

*Punto de Corte no se hace responsable de las opiniones expresadas por sus autores, quedando entendido que son responsabilidad de sus autores

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