Colectivo 7 de octubre: La masacre de El Junquito es un mensaje del gobierno a quien pretenda desafiarlo

El “Movimiento Popular 7 de Octubre” hizo circular entre sus contactos un comunicado que califica a la “Operación Gedeón”, a través de la cual ejecutaron a Óscar Pérez y su grupo, como una “masacre”, y también aclaran que Heyker Vásquez, líder del colectivo Tres Raices, fue “sacrificado” durante el suceso.

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Caracas, 22 de enero de 2018/ Runrunes.-  El “Movimiento Popular 7 de Octubre” hizo circular entre sus contactos un comunicado que califica a la “Operación Gedeón”, a través de la cual ejecutaron a Óscar Pérez y su grupo en El Junquito, como una “masacre”, y también aclaran que Heyker Vásquez, líder del colectivo Tres Raices, fue “sacrificado” durante el suceso.

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Expresan que lo ocurrido en El Junquito, “es un mensaje claro del gobierno a cualquier revolucionario que no defienda lo indefendible, o civil o militar que decida desafiarlo: quien nos enfrenta se muere… Se dio la orden de asesinarlos porque se necesitaba una acción ejemplarizante”.

Para el movimiento, “se demostró que no hay constitución ni garantías al derecho más importante de todos, el derecho a la vida. La constitución es el gobierno”.

“Los hechos de El Junquito también comprueban que este gobierno está actuando con mucho miedo a su caída, con pánico, porque si se sintiese fuerte hubiese negociado con este puñado de jóvenes rodeados”, aseguran.

A continuación el comunicado íntegro

PRONUNCIAMIENTO DEL MOVIMIENTO 7 DE OCTUBRE ANTE LOS HECHOS DE LA MASACRE DE EL JUNQUITO

(Todos los integrantes del Movimiento Somos de Izquierda Revolucionaria Radicales)           

La primera masacre de nuestra Quinta República fue la de Quinta Crespo, donde asesinan cobardemente a nuestros hermanos combatientes José Odreman y Maikol Contreras.

No conocimos a Oscar Pérez ni a nadie de su grupo. No compartimos su ideología  (que aparentaba ser de derecha) ni los métodos foquistas que asumieron estos ciudadanos. Por sus videos nos parecía un joven con mucho show y preparación mediática, con posturas de poca profundidad ideológica y muchas consignas. Llegamos incluso a valorar la posibilidad de que fuese creación del propio Gobierno. Luego nos enteramos, por la vía de una vieja amiga, que a uno de sus familiares, una persona que Oscar Pérez conocía, lo habían detenido y torturado ferozmente para tratar de ubicarlo. La única vinculación que tenía esta persona con Oscar Pérez es que ambos eran masones. También nos enteramos que detuvieron a varias personas que trabajaron con él en una película, entre ellos a un fotógrafo de Santa Rita, Aragua. Luego vimos afiches pegados en alcabalas donde se decía que Oscar Pérez era un asesino, a pesar de que en ninguna de las operaciones que hizo hubo algún asesinato. A estas alturas comenzamos a pensar que no podía ser una creación del Gobierno por el nivel de despliegue que se estaba haciendo con allanamientos, inclusive en nuestra parroquia combativa del 23 de enero y la furia con la cual estaba actuando el Gobierno.

Somos de izquierda, con trayectorias revolucionarias y expresos políticos, porque la izquierda mundial defiende la democracia, la vida, las ideas, el respeto a los DDHH, el respeto a las mayorías populares, la justicia social. Son principios irreductibles del pensamiento de izquierda y progresista en general.

Cuando el gobierno de Luis Herrera Campins, ese 4 de octubre de 1982 ejecutó el despliegue militar por tierra y aire en Cantaura contra un campamento guerrillero, toda la izquierda y organizaciones de DDHH alzaron su voz y calificaron de masacre este hecho, entre otras razones, por el uso desproporcionado de la fuerza. Todos los años se reúnen en Cantaura sectores de izquierda para conmemorar esta fecha.

Cuando el 6 de noviembre de 1985, el ejército colombiano inició la incursión en el Palacio de Justicia de Colombia en contra de la operación realizada por el M19, con el trágico saldo de 103 personas muertas. También allí, la izquierda latinoamericana condenó el hecho como una masacre.

En 1989, frente a la aplicación de un paquete neoliberal del gobierno de Carlos Andrés Pérez que disparó los precios de los alimentos y el aumento del pasaje, el pueblo venezolano se lanzó a las calles a saquear los comercios. En ese momento, la decisión del Gobierno fue sacar el ejército a la calle y ametrallar a miles de ciudadanos para luego meterlos en fosas comunes.

Cuando Fujimori ordenó el 22 de abril del 1997 la incursión armada a la residencia del embajador de Japón y en la misma se ajusticiaron a los militantes del MRTA que tenían tomado el edificio, toda la izquierda latinoamericana se pronunció condenando el hecho.

Recuerdo también que cuando Uribe introduce las acciones paramilitares en Colombia, todos los tratados de guerra, como el estatuto de Roma, fueron violentados. A las guerrilleras las violaban y a los guerrilleros apresados los torturaban y asesinaban. Así actúa la derecha en el poder.

Hace varios años, un profesor de la UCV, exiliado chileno y buen amigo, me decía “una de las diferencias de la violencia que administramos los revolucionarios a la violencia que ejecutan las policías, paramilitares, etc, es que nosotros respetamos la vida”, y me ponía como ejemplo el atentado que el 7 de septiembre, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez realizara al dictador Augusto Pinochet, en el que quedan heridos varios de sus escoltas. El FPMR no ajustició a ninguno de ellos.

Cuando en 2004 se detectó la presencia de 135 paramilitares, se realizó un operativo de disuasión y negociación que trajo como consecuencia la detención, sin un solo tiro, de los paramilitares. Toda esta operación fue coordinada por el presidente Chávez y dirigida por el general Miguel Rodríguez Torres. Luego, Chávez perdonó los delitos y devolvió a esos jóvenes a Colombia. Así actúa la izquierda en el poder.

Dicho esto, para una persona de izquierda queda bien claro que nosotros militamos en la vida, en el respeto mas profundo a la humanidad. Las acciones de ajusticiamiento extrajudicial, venganzas, torturas, tratos crueles a prisioneros, adversarios, políticos, disidentes o combatientes rendidos no solo son inaceptables, sino claro símbolo de prácticas fascistas.

Lo ocurrido ayer en El Junquito, en donde un grupo insurrecto (es decir, alzados contra el Gobierno y movidos por ideales políticos) de 10 jóvenes miembros de organismos de seguridad, luego de haber anunciado públicamente su rendición y estar negociando las condiciones de su entrega (pidiendo las mismas condiciones que exigió Chávez en el 92: fiscales y medios), son atacados con lanza cohetes anti tanques, con explosivos y con cientos de hombres elites, sin haber agotado los procedimientos de negociación en este tipo de situaciones (que hasta días podría haber durado), es un mensaje claro del gobierno a cualquier revolucionario que no defienda lo indefendible, o civil o militar que decida desafiarlo: quien nos enfrenta se muere. Pero es, en última instancia, la clara expresión de un comportamiento fascista del sector del gobierno que dirigió esa operación. No se le dio tiempo a la negociación, no se quería negociar, no se querían vivos. Se dio la orden de asesinarlos porque se necesitaba una acción ejemplarizante.

El Gobierno tratará de huir hacia adelante diciendo que ellos abrieron fuego primero, lo cual a todas luces es descontextualizado porque nadie negocia disparando ni entregando las armas. Si se negocia, se mantienen distancias y cuando se llegan a acuerdos, se produce el desarme. Si hubo muertos en medio de la negociación, es que estaban tratando de incursionar las fuerzas externas. Si se hubiese apostado realmente a la negociación, ni un solo muerto tendríamos que lamentar. Quizás algunos funcionarios afuera querían negociar y otros querían asesinar. Pronto se sabrá qué ocurrió afuera realmente. También tratarán de confundir vinculando a los insurrectos con personalidades nacionales para que los no experimentados en política salgan corriendo detrás del palo y distraigan la atención del hecho central: el gobierno de Maduro realizo nuevamente otra masacre.

Ya ha habido bastantes señales de profunda descomposición ética y política de este gobierno. Sin embargo, jamás creímos que serían tan gorilas como para hacer algo que los expusiera en su plena condición reaccionaria. Jamás creímos que harían una masacre públicamente como la primera que fue en Quinta Crespo contra nuestros compañeros de lucha Odreman y Maikol (porque las OLP son masacres sin medios). Ayer (el 15 de enero), se traspasaron todos los límites de las zonas confusas, de la permisividad ética, de la elasticidad de los principios. Ayer, el gobierno demostró su militancia en el abuso, en el autoritarismo, en la soberbia y mandó un mensaje con su muerte colosal. Ayer se demostró que no hay constitución ni garantías al derecho mas importante de todos, el derecho a la vida. La constitución es el gobierno. Luego, hay que preguntarnos ¿Quiénes nos están gobernando?, ¿qué mecanismos legítimos y reales le quedan a la sociedad para controlar a este gobierno que perdió toda capacidad de autoregulación? ¿acaso si llega a haber un estallido social como en 1989, El Caracazo, este Gobierno también ordenara ala FAN que se ametralle al Pueblo como lo hizo CAP? Y que muchos de estos militares que están en el Alto Gobierno salieron a ametrallar a nuestro pueblo desarmado en el Sacudón del 89.

Los hechos de El Junquito también comprueban que este gobierno está actuando con mucho miedo a su caída, con pánico, porque si se sintiese fuerte hubiese negociado con este puñado de jóvenes rodeados y sin mayor incidencia orgánica o programática en las masas. Siente esta pequeña dirigencia que se les acaban las alternativas, que la mayoría del pueblo ya no cree sus mentiras, que su salida inevitable del gobierno hará público cosas muy oscuras que los condenará. Por eso están dispuestos a todo, incluso a sacrificar al pueblo, y como les pasó a nuestros combatientes revolucionarios: Danilo Anderson, Juan Montoya ( Juancho), Jose Odreman, Maikol Contreras, Eliézer Otaiza, a Robert Serra y, ahora, Heiker Vásquez, a quien sacrificaron en esta nueva masacre y a los valores humanos más elementales.

Pero de todo esto, lo que nos deja sin palabras, no es que la lógica mafiosa haya tomado control de los hechos del 15 de enero en El Junquito, sino el silencio que han guardado cientos de “camaradas” que históricamente lucharon en contra de las masacres, que entienden perfectamente la diferencia del ejercicio de la violencia de la izquierda y el de la derecha, que se les hace imposible justificar tan grotesco hecho. Allí está el naufragio ético más desconcertante para el pueblo.

Pero después de los hechos de ayer, ya no puede haber ingenuos de izquierda, confundidos de la vieja guardia, “guerrilleros” luchando internamente, internacionalismo solidario automático. Esto rebasó todos los límites y exige pronunciamientos claros. O se está con el respeto a la vida, a la libertad de disentir, a la justicia, o se está con la muerte, con el atropello, con el abuso, con la injusticia.

Podemos fallar como amigos, como padres, como hijos, como vecinos, como militantes de izquierda revolucionaria de causas justas, pero no podemos fallar como seres humanos. Es hora de pronunciarnos en defensa de la vida.

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